lunes, 16 de marzo de 2015

El triunfo de la humildad sitúa a Jaén en el mapa.

Con una población que no supera los 120.000 habitantes, por suerte o por desgracia, Jaén nunca tuvo hueco en el panorama deportivo nacional. Hasta ayer, día en el que se proclamaron campeones de la Copa del Rey de fútbol sala. Y digo por suerte o por desgracia, ya que quizá, si Jaén hubiera sido cuna de grandes equipos deportivos, la gesta que lograron los hombres de Dani Rodríguez no hubiera sido el triunfo de la humildad.



Hace apenas cuatro días, el pasado jueves, pocos esperaban lo que iba a ocurrir días más tarde sobre el parquet del Quijote Arena. Sin embargo, tras la exhibición de juego ante el subcampeón de la edición de 2014, hacia brotar el optimismo en la hinchada jienense. Una victoria más contundente de lo que dice el 4-2 final ante El Pozo Murcia, liderada por el desparpajo del quizá jugador más talentoso de los amarillos, Emilio Buendía.

Con un creciente optimismo ante la posibilidad de hacer algo grande, Jaén se plantaba en semifinales para jugar contra Burela Pescados Rubén, la otra gran sorpresa de la Copa al eliminar al Inter Movistar. Parecía un camino más asequible hacia la final que el tortuoso sendero que supondría jugar contra los de Velasco. Sin embargo, un aguerrido y bien plantado Burela estuvo a punto de dar la campanada y disputar la gran final del domingo. Ocho segundos le sobraron al partido. Ocho segundos era el tiempo que restaba en el marcador cuando Dani Martín culminaba la remontada iniciada minutos antes por Cuco para poner el 2-2 definitivo y mandar el encuentro a los penaltis. Allí, Gonzalo se erigió en héroe al detener el único penalti que le lanzaron y catapultar a Jaén a la final.

Como era previsible en la Copa de las sorpresas, el Barcelona de Marc Carmona pasó sin apenas despeinarse a la final para enfrentarse a la revelación del torneo, el debutante Jaén Paraíso Interior. Sin embargo, una vez en la final, el equipo andaluz se lo creyó. Creyó que podía ser David y derrotar a Goliath. Así, con un espectacular partido, en el que fueron mandando desde el primer minuto de juego, consiguieron alzarse con la Copa. Así deleitaron a la grada de Ciudad Real, quien asistía, atónita, a una de las mayores gestas vistas en el fútbol sala nacional desde hacía mucho tiempo.

Así se culminó el triunfo de la humildad. Con trabajo, voluntad e ilusión. El trabajo que pusieron todos y cada uno de los componentes del equipo olivero, la voluntad que pudimos ver en cada lance del juego que les llevó a superar momentos complicados y remontar partidos perdidos. Y la ilusión que les llevó a levantar el primer trofeo nacional en su historia.

Este triunfo no ha sido sólo de Jaén, ha sido de todos y cada uno de los jugadores y equipos sufridores, que ven día a día como a veces, la poderosa humildad derrota al dinero. Porque en este bonito deporte, las gestas irrealizables sólo necesitan 120 minutos de juego para poder ser alcanzadas

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