Hace ya varios siglos, bastantes, incluso Cristo no había nacido, se cometió un crimen en Atenas. La polos griega mataba a uno de sus más importantes personajes, Sócrates, obligándole a beber cianuro. Hoy, primero de junio de 2013, podríamos vivir un déja vù en el Bernabéu, el cual está matando a Higuaín.
Injusto el crimen que se está cometiendo con el delantero de la albiceleste, especialmente después de ver su impecable hoja de servicios al club blanco desde que llegó de su Argentina natal, en un frío invierno de 2006, con tan sólo 19 años. Siete años defendiendo una elástica, unos colores que ha llevado hasta lo más alto con su esfuerzo y entrega.
Pero como no, ese público endiosado del estadio madridista, tenía que fijar su diana en alguien, y esta vez le ha tocado al bueno de Gonzalo. 16 goles, con el de hoy 17, en liga, parecen no ser suficientes para continuar un año más de blanco, a pesar de que los números, dicen que ha rendido por encima del otro delantero del Real Madrid, Benzema, y ha sido el segundo máximo goleador blanco en la presente campaña.
Sin embargo, dos fallos, difíciles de digerir para el público madridista, le han condenado, y le han abierto las puertas de la nave blanca. Todos recordaremos esos fallos, para unos decisivos, para otros, simples fallos que puede cometer un Ronaldo al que no se juzgaría así por ellos.
Si, ese fallo ante el Borussia en semifinales de la Champions, que posiblemente hubiera dado al Madrid la clasificación, pero eso nunca lo sabremos. O ese fallo contra el Atleti en la final de Copa que rompió 14 años de maleficio colchonero. Pero en mi opinión, esos fallos no fueron determinantes.
En la opinión del respetable del Bernabéu, que parece que es el que toma las decisiones del club de Concha Espina junto con la prensa, sí que fueron decisivas. Por eso, Gonzalo Higuaín se verá obligado a hacer las maletas este verano, rumbo a Italia posiblemente, dejando atrás siete años en los que para unos pocos, ha sido un digno heredero de los valores de iconos del madridismo como Raúl.
No puedo concluir sin dar las gracias al argentino, cuya camiseta siempre llevaré orgulloso, recordando los más de 120 goles que ha metido con ella, superando a un mito como Juanito. Por esos goles, por la liga que nos diste en Mallorca con Capello en el último minuto, por todas las alegrías que nos has dado, gracias Pipita.
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